viernes, 17 de febrero de 2012

Estudiar Ciencia

Es bien cierto que la ciencia se estudia porque se tiene mucho interés en ella. La vieja dicotomía, la separación entre ciencia y humanidades existe desde hace mucho tiempo; pero incluso así, las humanidades aplican el método científico (¿las ciencias, aplican recíprocamente el método humanístico? ¡Yo creo que no!).

La vieja dicotomía entre ciencia y humanidades, no existe realmente, salvo en la mente de aquellos que tienen que realizar clasificaciones y en los catálogos necesarios de las cosas. Hacer ciencia con el conocimiento significa, ante todo, ordenarlo, tal vez establecer sus relaciones intrínsecas y externas y hacerlo catalogable para su uso por otros. Sin embargo, como he dicho ya otras veces, estoy convencido de que para amar a las llamadas humanidades de verdad, es muy útil ser científico.

Una afirmación sorprendente. Y sin embargo el que conoce las ciencias, el se mueve entre ellas y las utiliza para racionalizar, para investigar, para descubrir o para comprender, no tarda demasiado en darse cuenta de que las ciencias son frías. Es lo que tiene el trasegar con los hechos cuantificables, eso sí. Se apega uno a las magnitudes conmensurables y fundamentales y a las esencias primordiales de las cosas en alma y mente y algo de ello se nos  pega, la verdad. Pero tal vez un ejemplo pueda ilustrar mejor lo que queremos decir:

Partitura orquestal de "El Cisne de Tuonela" de Sibelius (Breitkopf & Härtel).

Jean Sibelius, el músico finlandés autor de obras como "El Cisne de Tuonela", el "Vals Triste" o "Finlandia", organizaba veladas musicales a las que invitaba... a financieros. No invitaba a artistas, y de entre ellos, mucho menos invitaba a músicos. Un amigo de Sibelius, le espetó:

–"Pero Jean, ¿cómo es que invitas a tus veladas a banqueros y economistas? ¿Qué tienes en común con ellos? ¿De qué puedes hablar, con ellos, Jan?"

La respuesta de Sibelius es algo clásico:

-"De música, naturalmente. Y de arte. Con los músicos y los artistas sólo se puede hablar de dinero".

El compositor finlandés Jean Sibelius (1865-1957)

Puedo decir que algo similar me sucede a mí con respecto de las humanidades. Desde mi infancia, amo sinceramente las ciencias y he llegado a apreciarlas de verdad; las he estudiado a nivel de universidad, terminando mis estudios de ciencias en tres ocasiones; pero son, en mi caso, demasiado frías por sí mismas y he encontrado en las humanidades un bálsamo eficaz. Como mi amiga que llegó a la licenciatura en Química Industrial porque deseaba conocer la naturaleza de las cosas, de todo, como motor principal, así tal vez he estudiado yo la ciencia: movido por un intenso afan de conocer, un afan incesante basado en la necesidad de descubrir, de indagar el equivalente a qué es lo que hay detrás de aquella montaña; un afan basado en la necesidad de comprender mejor el universo lejano y el cercano. Lector, verás mejor lo que quiero decir si te muestro esto:

La fórmula de campo de la teoría de la relatividad general de Albert Einstein. Incluye la Constante Cosmológica.

Por explicarlo de otra manera, existe una gran belleza en la simplicidad de la ecuación anterior, que es ni más ni menos que la conocida fórmula de campo de la teoría de la relatividad general. En ella, el espacio-tiempo tiene curvatura, del mismo modo que la superficie de una pelota de playa la posee si la comparamos con la superficie plana de una mesa, que no la posee. La curvatura es una función de la métrica gμν y de su primera y segunda derivadas. En la ecuación anterior, la curvatura del espacio-tiempo, (representada por Rμν y por R) es determinada por la energía total presente y por el momento Tμν del "conjunto" presente en el mismo, como los planetas, estrellas, radiación, polvo y gas interestelar... Y todo ello, para representar el que fue conocido como "Universo de Einstein - de Sitter". En la ecuación anterior, existe un error "que no lo fue"

El término central, Λgμν representa a la llamada "Constante Cosmológica", que fue introducida posteriormente por Einstein en sus ecuaciones de campo de la Relatividad General para conseguir un universo estacionario. Si el valor de Λ es distinto de cero (o lo que es lo mismo: si dicho término no existiese, como así estaba en la ecuación original), el universo no es en absoluto estacionario. Einstein, pues, llegó a pensar que no lo era e incluyó, de segunda intención, dicho término en su ecuación de campo. Un término que, como idea primordial, no estaba allí.

Posteriormente, Einstein llegó a reconocer que el universo no era estacionario y que se equivocó al introducir el término Λgμν; pero se descubrió aún después de eso que el universo, además, estaba en expansión, (lo que se consigue en la ecuación variando el signo y el valor de Λ). Ahora sabemos que, además, en expansión acelerada con lo que la constante cosmológica llegó a tomar un valor significativo. Como se dice usualmente, Einstein acertaba... hasta cuando se equivocaba.

Albert Einstein, en una de sus fotos menos usuales.

Pero... ¿qué puede llegar a significar lo que acabo de exponer? (muy resumidamente, la verdad). Pues depende de quién lo lea y de cuales sean sus intereses. Para mí, llegó a significar mucho cuando estudiaba Cosmología y debo confesar, que en alguna ocasión, por unos instantes, tuve una fugaz comprensión de las cosas como fueron pensadas por Albert Einstein. Tuve que hacer trabajos y responder a preguntas en exámenes ralacionadas con la métrica de la cosa y de la densidad del universo. Para un observador diferente, mirado todo soslayadamente, es tan sólo fría ciencia, aunque para mí no lo sea.

(Nota intercalada: Es curioso, ahora que lo pienso, ver cuantos de los que se dedican a la Astronomía, a la Astrofísica y a las ciencias relacionadas, como las matemáticas, son excelentes músicos. El número de los que lo son es enorme. Enorme de verdad. Pero creo que mayor ha de ser aún el de aquellos que, dedicándose a estas cosas, no saben que son músicos. O peor: cuántos excelentes músicos que conozco no saben que son astrofísicos. Es una observación recíprocamente válida... ;)

Las ciencias necesitarán siempre de las humanidades y las humanidades necesitarán siempre de las ciencias. Son un complemento las unas de las otras y si le falta una de ellas, el ser humano está incompleto.

También, por supuesto, estas cosas son también un asunto de escalas, rangos, proporciones y necesidades.

Lector, llevo estudiando toda mi vida y ello me ha servido para establecer muy bien el inventario de las cosas que desconozco. No creo que deje de estudiar jamás; el hábito está, profundamente arraigado. Ya no es mérito mío, no; es como el que se ha acostumbrado a beber un vaso entero de agua fría como la primera cosa que hace tras levantarse por las mañanas. Así estudio yo. Es un placer, exige trabajo y exige método. Además, lo que desconozco es mucho mayor que lo que conozco. Sé también que la vida humana es un plazo demasiado corto, que no me va a permitir a lo largo de élla siquiera conocer una mínima parte de lo que todavía ignoro... Pero eso no debe ser motivo para desanimarse:

Si a algo me ha enseñado el estudio de las ciencias y de las humanidades, amable lector, es sobre todo a tener esperanza. Una gran esperanza.

Rafa P.

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